La imagen del rostro maquillado en colores, suele entregar una gran variedad de reacciones, desde el miedo y el desconcierto hasta las risas y el llanto, el personaje del payaso es uno que comprende muchos tiempos y viaja a través de las diferentes culturas del mundo, es una constante presencia que se renueva según el tiempo, el payaso puede también ser visto como una derivación del arquetipo del eterno bromista, el embaucador, un concepto resbaladizo, cambiante como las emociones humanas.
Actualmente la imagen del payaso dentro de la cultura del tatuaje se a expandido junto con la explosión popular del ritual mismo, así se vuelve mas complejo determinar un destino en común para un personaje tan versátil, pues quizá es tema cómodo y favorito entre tatuadores actuales, dado a la posibilidad de experimentar con nuevas técnicas, paletas de colores, como infinidad de posibles variantes lo vuelven un proyecto interesante de abordar, con todos esos colores en rostros maquillados.
Una de las tendencias mas reconocibles con respecto al símbolo del payaso, fue dentro de lo que se conoce como la cultura del tatuaje chicano, conformada por individuos estadounidenses nacidos en ese país pero bajo la predominante influencia cultural latinoamericana, espacialmente la mexicana. El Chicano fue rápido en adoptar todo tipo de variante de payaso para ser incluido como un símbolo que hasta hoy en día predomina en sus tatuajes.
No es claro de donde proviene la obsesión del chicano con los payasos, pues los significados que se le van atribuyendo son por demás subjetivos y variados, pero debido al carácter forajido donde el tatuaje chicano se desenvolvió, los significados dependían quizá mas en medida del tiempo de su aplicación en la piel, ya fuera durante la experiencia de vida en la calles como parte de pandillas, o quizá una eventual versión dentro de la cárcel cumpliendo una condena.
Se puede entender la afinación del transgresor por el espíritu bromista y ambiguo que entrega el símbolo del payaso, la habilidad de reducir la experiencia humana a un tono de juego radica una especie de poder muy peculiar, un distanciamiento quizá necesario para afrontar severas condenas en prisiones o simplemente representa un actitud necesaria ante fuertes embates de la vida misma. En esta luz el payaso representa una sabiduría distintiva, que en metodos poco convencionales quizá incluso anti éticos, reta al establecimiento, un símbolo de rebeldía e inconformidad por el mundo de rectorías. El payaso crea medios y admiracion al atravesar los velos de una sociedad donde la gente llega a tomarse con demasiada seriedad.
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